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Viernes, 30 de Mayo de 2025

Tormenta solar sobre Colombia: cuando el sol interrumpe el cielo que surcamos

Aunque el cielo colombiano luce despejado para muchos, sobre nuestras cabezas ocurre un fenómeno silencioso y poderoso que no proviene de la atmósfera, sino del mismísimo corazón del sistema solar. La Aeronáutica Civil ha emitido una advertencia inusual pero necesaria: los vuelos comerciales en Colombia podrían experimentar retrasos o alteraciones debido a una tormenta solar que sacude los sistemas de navegación satelital en todo el planeta.

Este fenómeno, que parece sacado de un capítulo de ciencia ficción, tiene nombre y fecha: el pasado 14 de mayo, el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA registró una explosión solar de clase X2.7, la más intensa del año. A este evento se le ha dado el poético nombre de “Ala de Pájaro” por la forma en que se expandió la eyección de masa coronal (CME) hacia el espacio, y también hacia la Tierra. Sus efectos, sin embargo, distan mucho de lo poético: alteraciones electromagnéticas que comprometen la precisión del GPS, una herramienta vital para la aviación moderna.

Los sistemas de navegación que dependen de satélites son el corazón invisible de los vuelos actuales. Desde la trayectoria en crucero hasta el simple hecho de aterrizar con seguridad, los pilotos y controladores dependen de estos datos en tiempo real. Una distorsión, por mínima que sea, puede significar la necesidad de cambiar rutas, programar vuelos o, en algunos casos extremos, cancelar itinerarios. La Aerocivil, en un acto de responsabilidad, ha advertido que estas alteraciones podrían prolongarse hasta el 25 de mayo.

No se trata de alarmismo. Se trata de precaución. El espacio, aunque lejano, tiene una influencia directa sobre nuestras rutinas más cotidianas. La energía liberada por estas tormentas solares viaja millones de kilómetros y, al chocar con nuestro campo magnético, puede interrumpir desde las comunicaciones hasta los sistemas de energía. En este caso, ha puesto en vilo el normal funcionamiento de los cielos colombianos.

La recomendación a los pasajeros es clara: antes de dirigirse al aeropuerto, verifique el estado de su vuelo con la aerolínea. No es un consejo menor. La puntualidad del itinerario ahora no depende solo del clima local o de problemas logísticos, sino de un fenómeno cósmico que nos recuerda cuán interdependientes somos con el entorno espacial. El viaje, en estos días, comienza mucho antes del check-in.

Más allá del impacto inmediato en la aviación, esta tormenta solar también es una invitación a pensar en lo vulnerables que pueden ser nuestras infraestructuras tecnológicas. En un mundo hiperconectado, donde los sistemas dependen de satélites y redes globales, fenómenos como este revelan que incluso lo más avanzado sigue siendo sensible a la fuerza natural más antigua de todas: el sol.

Colombia, como el resto del planeta, debe fortalecer su capacidad de monitoreo y respuesta ante eventos espaciales. La ciencia ha avanzado lo suficiente para predecir estas tormentas, pero aún estamos en deuda en lo que respecta a preparación y comunicación de riesgos. La Aerocivil ha actuado con prontitud, pero se necesita un trabajo coordinado entre entidades, aerolíneas y ciudadanía para que la sorpresa no se convierta en crisis.

Esta vez, la tormenta viene del sol. No con fuego ni rayos, sino con partículas que distorsionan señales invisibles. Nos recuerda que, aunque creemos dominar los cielos, seguimos siendo pasajeros de un planeta expuesto al universo. Y que el verdadero reto no es solo volar, sino hacerlo con consciencia de lo que, literalmente, nos rodea.

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