La salud del Papa Francisco, a sus 88 años, ha sido motivo de creciente preocupación en las últimas semanas. Después de ser diagnosticado con bronquitis, el pontífice ingresó al hospital Agostino Gemelli de Roma este viernes para someterse a exámenes médicos y continuar con el tratamiento adecuado. Aunque la bronquitis no es una afección extremadamente grave, su historial de problemas respiratorios hace que este diagnóstico sea aún más delicado, ya que en su juventud tuvo que someterse a una operación para extirpar parte de uno de sus pulmones.
Desde el 7 de febrero, el Papa había decidido recibir a sus visitas en su residencia de Santa Marta debido a un “fuerte resfriado”. A pesar de las recomendaciones médicas, el pontífice no suspendió sus actividades por completo y siguió atendiendo compromisos importantes, como encuentros con figuras destacadas, entre ellas el presidente de Eslovaquia, Roberto Fico. Sin embargo, su salud continuó deteriorándose, y su ingreso al hospital era inevitable para poder seguir monitoreando su estado y asegurarse de que no haya complicaciones adicionales.
El 11 de febrero, durante la misa del Jubileo de las Fuerzas Armadas en la Plaza de San Pedro, Francisco tuvo que interrumpir la ceremonia debido a dificultades respiratorias. Este episodio subraya la gravedad de sus problemas de salud, que lo han obligado a frenar en varias ocasiones su apretada agenda. En noviembre de 2023, el Papa también canceló un viaje crucial a Dubái, donde debía participar en la COP28, debido a una bronquitis aguda e infecciosa, recomendándose reposo en Roma para evitar mayores complicaciones.
Este no es el primer problema de salud importante que enfrenta el pontífice. En junio de 2023, Francisco fue operado de una hernia abdominal, un procedimiento que requirió nueve días de hospitalización. Además, en 2021, tuvo que ser ingresado debido a una estenosis diverticular sintomática del colon, una condición que le provocaba dolor abdominal severo y que lo mantuvo en observación durante diez días en el hospital. Estos antecedentes reflejan un cuerpo que, aunque sigue activo en sus funciones, ya no está exento de limitaciones físicas.
El ingreso del Papa al hospital Gemelli también subraya el desafío de mantener su salud en un equilibrio adecuado para seguir cumpliendo con su rol como líder de la Iglesia Católica. A lo largo de los últimos años, ha mostrado un compromiso inquebrantable con su labor pastoral, pero a medida que su edad avanza, es cada vez más evidente que las limitaciones físicas se imponen. A pesar de ello, Francisco sigue siendo una figura de gran relevancia en el ámbito internacional, y su influencia espiritual sigue intacta.
Mientras tanto, el Vaticano y los médicos que siguen su caso han señalado que es fundamental mantener el monitoreo constante del Papa, para evitar complicaciones más graves. La salud de Francisco es un recordatorio de los desafíos que enfrentan los líderes mundiales cuando su envejecimiento comienza a afectar su capacidad para cumplir con las responsabilidades diarias, pero también de la resiliencia que lo ha caracterizado durante todo su pontificado.