La ministra de Relaciones Exteriores, Laura Sarabia, ha emprendido una misión que no solo la posiciona como una de las figuras clave en el gabinete del presidente Gustavo Petro, sino que busca darle un nuevo impulso a la relación entre Colombia y el continente asiático. Del 14 al 17 de abril de 2025, su presencia en Japón tendrá como epicentro la inauguración del pabellón colombiano en la Expo Osaka, pero también abrirá un abanico de oportunidades para proyectar al país en una de las economías más robustas del mundo.
La Expo Osaka 2025, con una duración de seis meses y una asistencia estimada de 28 millones de personas, es una plataforma sin precedentes para mostrarle al mundo una Colombia que quiere ser reconocida por su diversidad cultural, su innovación y su potencial como socio comercial. El pabellón nacional será el escenario para narrar esa historia: desde la riqueza natural hasta el talento creativo, desde la tecnología hasta el turismo.
La canciller Sarabia, quien ha venido consolidando un perfil de diplomática activa y reformista, no limitará su agenda a actos protocolarios. Su visita incluye reuniones bilaterales de alto nivel con figuras clave como Takeshi Iwaya, ministro de Relaciones Exteriores de Japón, y directivos de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), entidad que ha sido un socio estratégico en proyectos de desarrollo en regiones vulnerables de Colombia.
Estos encuentros apuntan a fortalecer los lazos en áreas como infraestructura sostenible, transición energética y educación técnica, temas donde Japón tiene experiencia consolidada y Colombia busca aliados. No se trata solo de reforzar el intercambio diplomático tradicional, sino de posicionar al país en un ecosistema de colaboración que va más allá de la ayuda y se adentra en el terreno de las inversiones inteligentes y los proyectos de impacto compartido.
Parte de la agenda también incluye un encuentro con miembros del Parlamento japonés y una cena con líderes empresariales nipones. Sarabia llevará bajo el brazo no solo discursos, sino propuestas concretas para fomentar la inversión extranjera directa, particularmente en sectores como agroindustria, energías renovables y tecnologías de la información. La diplomacia económica, cada vez más relevante en el siglo XXI, es una de las cartas que el Gobierno Petro quiere jugar con mayor audacia.
No se puede perder de vista el contexto simbólico de este viaje. En medio de las críticas internas por gastos en la participación colombiana en la Expo, el Gobierno busca demostrar que este tipo de eventos no son solo vitrinas estéticas, sino plataformas de negocio y desarrollo estratégico. La presencia de la canciller en Japón es también una forma de responder con hechos a quienes dudan del retorno real de estas inversiones.
Además, este viaje reafirma una tendencia de apertura hacia Asia como prioridad diplomática. Si bien Estados Unidos y Europa han sido los socios históricos de Colombia, la Cancillería empieza a mirar con mayor interés hacia el Pacífico, entendiendo que el siglo XXI se juega cada vez más en ese eje geoeconómico. En este contexto, Japón no es solo un aliado posible, sino un modelo a seguir en términos de innovación, eficiencia y visión de largo plazo.
Así, Laura Sarabia no viaja sola. La acompañan el reto de transformar la narrativa internacional del país, las expectativas de sectores productivos y el peso de representar a una Colombia que quiere dejar de ser percibida solo por sus conflictos, para ser reconocida también por su capacidad de imaginar, crear y crecer en el concierto global. Japón será una estación clave en ese propósito.