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Lunes, 28 de Abril de 2025

La Crisis de la Paz Total: El Desgaste de Otty Patiño y la Desconfianza del Congreso

La implementación de la “Paz Total”, uno de los pilares más ambiciosos del actual gobierno, se encuentra en una encrucijada crítica. Otty Patiño, el Alto Comisionado para la Paz, atraviesa un momento complicado en medio de la creciente presión política y social por los escasos avances en las negociaciones con los grupos armados ilegales. La reciente convocatoria de la Comisión de Paz del Congreso, que en principio prometía ser un espacio de diálogo y control político, terminó por poner en evidencia la desconexión entre el ejecutivo y el legislativo, además de la frustración de quienes esperaban resultados tangibles en la lucha por la paz.

Patiño, quien no se presentó al debate por razones de salud, delegó su representación en un sustituto, lo que fue visto como un gesto de falta de compromiso por los miembros del Congreso. Los parlamentarios, hartos de esperar respuestas claras sobre los avances en las conversaciones con los distintos actores ilegales, no se conformaron con la sustitución. Los reclamos fueron inmediatos y contundentes. La ausencia del comisionado fue interpretada como una muestra de desinterés por parte de un gobierno que prometió poner fin al conflicto armado, pero que sigue siendo incapaz de garantizar una paz real y duradera para los colombianos.

La situación no solo expone la vulnerabilidad política de Otty Patiño, sino también la fragilidad de la paz en Colombia. Con sectores como Arauca, Norte de Santander, Valle del Cauca y Caquetá, entre otros, siendo azotados por la violencia de los mismos grupos con los que el Gobierno busca negociar, la inquietud de los congresistas es comprensible. El país no puede esperar más promesas ni anuncios vacíos: lo que exige la sociedad es un cambio tangible en la seguridad y en la estabilidad territorial.

Las palabras de los congresistas no dejaron espacio para dudas. Jhon Jairo González, de la Comisión de Paz, expresó con claridad el malestar acumulado por meses de solicitudes infructuosas para que el alto comisionado explicara en persona los avances del proceso. La falta de respuestas directas y la incapacidad para dar la cara frente a los representantes del pueblo alimentan la sensación de que, a pesar de los esfuerzos iniciales, la paz sigue siendo un concepto lejano, incapaz de traducirse en hechos concretos.

Por otro lado, las críticas no se hicieron esperar de aquellos que veían en la paz total una bandera de esperanza para el país. Jaime Uscátegui lamentó profundamente que el debate en la Comisión de Paz no tuviera la presencia de quien es considerado el principal artífice de este proceso. Para él, la ausencia de Patiño es un símbolo de la parálisis que aqueja la política de paz y una señal de que, incluso en los momentos más decisivos, el gobierno parece estar dando la espalda a las demandas de los ciudadanos y de sus representantes en el Congreso.

Más allá de las críticas, hay una sensación generalizada de que Colombia se encuentra ante un punto de inflexión. La confianza en la paz total se ha visto erosionada, no solo por la falta de resultados visibles, sino por la creciente percepción de que los acuerdos de paz no se están ejecutando de manera efectiva. La administración de Gustavo Petro, que ha centrado su gobierno en la reconciliación y en la búsqueda de soluciones políticas a los conflictos armados, debe ahora hacer frente a una ola de desconfianza que amenaza con socavar los cimientos de su propuesta más ambiciosa.

El Congreso, en particular, se ha convertido en el escenario donde se están midiendo los avances de este proceso, y la falta de respuestas concretas de parte de Patiño solo ha servido para aumentar la presión. Los parlamentarios, cada vez más conscientes de la importancia de su rol en la construcción de la paz, han comenzado a exigir que el proceso no solo se quede en el discurso, sino que se traduzca en realidades palpables en el terreno.

Finalmente, la situación de Otty Patiño pone de relieve un dilema que va más allá de la política: el proceso de paz en Colombia no solo depende de las negociaciones entre el Gobierno y los grupos armados, sino también de la capacidad de las instituciones para generar confianza y consenso. La paz no es solo un acuerdo, sino un compromiso de todos los sectores de la sociedad. Sin este consenso, la tan ansiada paz total podría seguir siendo una promesa sin cumplir.

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