Pico y Placa Medellín Domingo
🚗 No aplica 🏍️ No aplica
Domingo, 18 de Mayo de 2025

Fumatas, secretos y mitos: el enigma eterno del cónclave papal

La muerte del papa Francisco, ocurrida el pasado 21 de abril a los 88 años, no solo abrió un vacío espiritual en el corazón de millones de católicos, sino que también activó una maquinaria milenaria de rituales, silencios y decisiones que solo se viven en el corazón del Vaticano: el cónclave. Desde el miércoles 7 de mayo, los cardenales menores de 80 años están encerrados —literalmente— bajo llave, cumpliendo con uno de los procedimientos más solemnes y enigmáticos de la Iglesia católica.

El cónclave —del latín cum clave, “con llave”— es una ceremonia envuelta en misticismo, con reglas que apenas han cambiado en siglos. Cada día, los purpurados emiten sus votos en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Ángel, esperando alcanzar el consenso de dos tercios necesario para elegir al nuevo sucesor de San Pedro. Hasta que eso ocurra, las chimeneas seguirán lanzando humo negro. Solo cuando ascienda la fumata blanca, sabremos que el Espíritu Santo, según la fe católica, ha guiado la voluntad de los cardenales.

A la par de los rituales visibles, también resurgen las historias que han acompañado durante siglos a la Iglesia. La más conocida es, quizá, la de la supuesta “papisa Juana”, una mujer que, según una leyenda medieval, logró engañar al Vaticano y se convirtió en pontífice en el siglo IX, hasta que su embarazo la delató. Aunque los historiadores modernos desestiman esta narración como apócrifa, su persistencia en el imaginario colectivo revela cuánto misterio sigue envolviendo al papado.

No menos intrigante es la figura del “papa negro”, nombre atribuido popularmente al superior general de los jesuitas, por el color de su sotana y el poder que detenta dentro de la orden. La coincidencia de que el fallecido papa Francisco también fuese jesuita revivió la idea de un doble poder en la sombra, especialmente entre aquellos que ven en la Iglesia no solo un cuerpo religioso, sino una institución de fuerte influencia política global.

Durante estos días de deliberación, ningún cardenal puede comunicarse con el exterior. Duermen en la Casa de Santa Marta, donde comparten comidas austeras y se entregan a la oración y al discernimiento. Antes de ingresar, todos juraron mantener en secreto perpetuo los detalles del proceso. Esta promesa de silencio es una de las razones por las que el cónclave conserva su aura de misterio, en contraste con una era de filtraciones constantes y transparencia exigente.

Para muchos fieles, la elección del nuevo papa es una cuestión de fe, pero para los analistas del Vaticano es también un momento geopolítico. ¿Será elegido un pontífice del sur global? ¿Un reformista o un tradicionalista? ¿Latinoamericano, africano, europeo? Las votaciones reflejan no sólo preferencias religiosas, sino también visiones estratégicas sobre el futuro de la Iglesia en un mundo convulsionado.

Mientras la atención del mundo se posa sobre la chimenea de la Capilla Sixtina, es inevitable que florezcan teorías, especulaciones y mitos. Algunos ven en ello un reflejo del carácter humano del catolicismo: una fe universal que, aún en sus momentos más rituales, no escapa al asombro, la duda y la leyenda. Cada cónclave es una coreografía entre la tradición y la incertidumbre.

Solo el humo blanco pondrá fin al suspenso. Pero incluso cuando el nuevo papa asome al balcón del Vaticano y pronuncie su primer “Urbi et Orbi”, el misterio no desaparecerá del todo. Porque, en la Iglesia, como en la historia, lo divino y lo humano caminan siempre entrelazados, bajo el techo del tiempo y la fe.

Categorías

MÁS NOTICIAS