Amanece el último día hábil de la semana y, con él, una advertencia que se repite como un mantra urbano: no deje que una infracción arruine su viernes. Este 25 de abril, la medida de pico y placa vuelve a regir con toda su fuerza en los diez municipios del Valle de Aburrá, incluyendo, por supuesto, a Medellín. Desde las 5:00 de la mañana hasta las 8:00 de la noche, la movilidad estará restringida para miles de vehículos, y un descuido podría costarle más que un mal rato.
La norma, pensada para aliviar la presión del tráfico y reducir la huella ambiental, aplica hoy para carros particulares cuyas placas terminan en 0 y 6, así como para motocicletas de dos y cuatro tiempos cuyo primer dígito coincida con esos números. Los taxis, por su parte, tendrán su propia restricción desde las 6:00 a.m., si sus placas finalizan en 2. Una rutina ya conocida para algunos, pero que sigue siendo terreno de sanciones para los desprevenidos.
La multa por incumplimiento no es menor: 604.100 pesos. A eso podría sumarse la inmovilización del vehículo, un escenario que implica tiempo, trámites y, en muchos casos, más gastos. Las autoridades no dejarán el asunto al azar: habrá controles estrictos con presencia física de agentes de tránsito, y las ya habituales cámaras de fotodetección operarán en Medellín, Bello, Itagüí y Sabaneta.
A esto se suma el uso de tecnología LPR (reconocimiento de placas), que aunque no genera comparendos de manera automática, sí permite alertar en tiempo real a los agentes más cercanos sobre los vehículos que infringen la norma. Un sistema que transforma cada esquina y semáforo en una potencial zona de control, incluso sin necesidad de ver un uniforme.
Sin embargo, no todo el territorio urbano está sujeto a esta medida. Algunas vías clave quedan exentas, como el Sistema Vial del Río —que incluye la avenida Regional y la autopista Sur—, así como la vía Las Palmas y sus conexiones con las calles 33 y 10 en cercanías al aeropuerto Olaya Herrera. También se exceptúan los cinco corregimientos de Medellín y el acceso al Túnel de Occidente por el tramo paralelo a la quebrada La Iguaná.
La recomendación, como siempre, es revisar con anticipación las restricciones y planear la movilidad con inteligencia. No se trata solo de evitar una multa, sino de contribuir a una ciudad más fluida y sostenible. En tiempos donde cada minuto cuenta, llegar tarde por una infracción es doble castigo: al bolsillo y al cronograma.
La medida, aunque impopular para algunos, ha demostrado tener impacto en la movilidad del Valle de Aburrá. Más allá del control y la sanción, es un recordatorio constante de que habitar una metrópoli también exige corresponsabilidad y planificación. Y cada viernes, como este, es una nueva oportunidad para demostrar que conducir bien también es una forma de civismo.
Así que si su vehículo está en la lista, lo mejor es dejarlo en casa, optar por el transporte público o buscar rutas alternativas. Porque en Medellín, como en toda ciudad que late a ritmo de semáforo, ganarse el fin de semana empieza por respetar la calle.