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Lunes, 28 de Abril de 2025

 Bucaramanga y su dulce resistencia en la Libertadores: empate con sabor a convicción

La noche del miércoles en el estadio Américo Montanini dejó un nuevo capítulo para el recuerdo en la incipiente pero prometedora travesía internacional del Atlético Bucaramanga. El empate 1-1 ante Fortaleza de Brasil, aunque dejó la sensación de que se podía aspirar a más, confirma algo que hace unos meses parecía una quimera: el equipo santandereano no solo compite en la Copa Libertadores, sino que lidera su grupo con méritos y carácter.

En un duelo vibrante y técnicamente exigente, el ‘Leopardo’ supo sortear un inicio adverso. El gol de Deyverson al minuto 19, tras recoger el rebote de su propio penal fallido, fue un mazazo prematuro que puso a prueba el temple del equipo de Leonel Álvarez. Pero si algo ha demostrado Bucaramanga en este torneo es que su fortaleza va más allá del talento: reside en su capacidad para no rendirse.

Lejos de dejarse intimidar por el golpe, el equipo local asumió el control del balón y, con paciencia y disciplina, empezó a construir su respuesta. Sin embargo, la posesión no se tradujo de inmediato en peligro real. Fortaleza, astuto y vertical, aprovechó los espacios para inquietar a espaldas de los volantes amarillos. El partido se jugó entonces en la cuerda floja: entre la ilusión del empate y el riesgo del segundo gol en contra.

Fue hasta bien entrado el complemento cuando Bucaramanga encontró premio a su insistencia. En una jugada tejida con temple, el equipo logró empatar el marcador, desatando la algarabía de un estadio que empieza a acostumbrarse a las noches de copa. El gol, más que empatar un partido, confirmó que este equipo no es pasajero en el continente: está escribiendo su historia con pies firmes y cabeza en alto.

El empate deja al conjunto bumangués como líder del Grupo E, un hecho que, más allá de las matemáticas, representa un salto cualitativo para una escuadra que hasta hace poco no figuraba en los planes de los grandes del continente. Hoy, con siete puntos y un invicto que se extiende, el Bucaramanga se da el lujo de soñar con octavos de final, un terreno reservado para los valientes.

Leonel Álvarez ha sabido impregnar a sus dirigidos una mentalidad competitiva. Lejos de los lujos o del juego vistoso, su propuesta ha sido clara: orden, lucha, y un equipo corto que sabe sufrir. Y eso, en la Copa Libertadores, vale tanto o más que un gol de media distancia. El reto ahora será sostener el nivel, manejar la presión y evitar que la euforia se transforme en exceso de confianza.

No será sencillo lo que viene. Fortaleza, Racing y Nacional de Uruguay aún tienen mucho que decir. Pero lo hecho hasta aquí por Bucaramanga ya es motivo de orgullo y, por qué no, de ilusión. Cada punto conseguido, cada partido bien peleado, va cimentando un proyecto que rompe moldes y desafía la lógica de los gigantes históricos.

En el corazón de Santander, donde el fútbol se vive con una pasión silenciosa pero profunda, ya no se habla solo de salvarse del descenso o de clasificar entre los ocho. Hoy se habla de Libertadores. Y con razón. Porque Bucaramanga, lejos de ser una anécdota, está demostrando que tiene la piel para la historia.

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