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Martes, 18 de Marzo de 2025

Colombia: un reto por la equidad laboral para las mujeres en América Latina

En un panorama global donde la equidad de género ha ganado terreno, Colombia se encuentra en una situación preocupante dentro del contexto de América Latina. Según las últimas cifras proporcionadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el país ocupa una de las posiciones más bajas en términos de la participación de las mujeres en el mercado laboral, con una tasa de apenas el 58%. Esta cifra refleja un desafío persistente para las políticas públicas y el cambio cultural que aún enfrenta la sociedad colombiana en términos de igualdad de género en el ámbito laboral.

En la región sudamericana, Colombia se encuentra por debajo de varios de sus vecinos, como Bolivia, Uruguay y Perú, quienes han logrado aumentar la participación de las mujeres en la fuerza laboral. Mientras que Bolivia lidera la región con un 75% de participación femenina, Colombia se sitúa lejos de estos números, ocupando la posición 106 a nivel global. Aunque en términos absolutos la brecha de género ha mostrado avances, la tasa colombiana sigue siendo un indicador claro de las desigualdades estructurales que persisten en el mercado de trabajo, especialmente para las mujeres.

Para entender la realidad colombiana, es necesario mirar no solo las estadísticas, sino también los factores sociales y económicos que inciden en esta baja tasa de participación. La falta de acceso a empleos bien remunerados, la escasa representación femenina en altos cargos y la persistencia de estereotipos de género siguen siendo obstáculos significativos para muchas colombianas. A esto se suman las cargas familiares, donde el rol de cuidadora sigue recayendo mayoritariamente sobre las mujeres, lo que limita sus opciones para acceder al mercado laboral de manera plena y continua.

Aunque políticas públicas como la ley de licencias de maternidad y los programas de equidad de género han hecho una diferencia, los cambios estructurales necesarios para cerrar la brecha aún son insuficientes. En muchas ocasiones, la conciliación entre el trabajo y la vida familiar sigue siendo un desafío monumental para las mujeres, especialmente para aquellas en sectores informales o con empleos precarios. La falta de infraestructura adecuada para el cuidado infantil y el limitado acceso a servicios de salud para las mujeres también son barreras que restringen su participación en la economía.

En contraste, países como Bolivia han mostrado que la inclusión de las mujeres en la fuerza laboral es posible con el diseño adecuado de políticas públicas. Bolivia, por ejemplo, ha logrado incorporar más mujeres al mercado laboral con el apoyo de iniciativas específicas que favorecen la igualdad en el acceso al empleo, como la ampliación de los derechos laborales y el fortalecimiento de las políticas de inclusión. Estos esfuerzos deben ser replicados en Colombia, donde aún falta un compromiso robusto y transversal para garantizar que las mujeres tengan las mismas oportunidades laborales que los hombres.

Otro aspecto fundamental para mejorar la tasa de participación femenina en el mercado laboral colombiano es la educación. Si bien las mujeres colombianas acceden en número creciente a la educación superior, la transición de la universidad al empleo sigue siendo una de las etapas más difíciles. En sectores como la tecnología y la ciencia, la brecha de género es aún más evidente, lo que indica que, a pesar de los avances en la formación académica, las oportunidades laborales para las mujeres siguen siendo limitadas. En este sentido, promover una educación más inclusiva y dirigida a las habilidades del futuro es esencial para darles a las mujeres mayores opciones para integrarse en sectores de alto valor.

Las mujeres en Colombia también enfrentan una fuerte segmentación en el mercado laboral. Muchas de ellas se ven relegadas a trabajos informales o a aquellos sectores que tradicionalmente han sido asociados con mujeres, como la educación, la salud y los servicios. La falta de flexibilidad en las condiciones laborales, la discriminación salarial y la escasa representación femenina en posiciones de poder también afectan su desarrollo profesional. Estos factores contribuyen a la estancada participación femenina en la fuerza laboral, lo que subraya la necesidad urgente de un cambio profundo en las dinámicas laborales del país.

Finalmente, el avance hacia una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral colombiano no solo es un desafío para las políticas públicas, sino también una oportunidad de crecimiento económico y social. El aumento de la participación femenina puede tener un impacto positivo en la productividad y en la equidad social, mejorando no solo las condiciones de vida de las mujeres, sino también el bienestar general de las familias y la sociedad. Colombia tiene el potencial de posicionarse como un ejemplo de inclusión, pero para ello debe acelerar sus esfuerzos para cerrar la brecha de género en el empleo y garantizar que las mujeres puedan acceder a un trabajo decente, remunerado y con igualdad de oportunidades.

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