Laura Sarabia, ministra de Relaciones Exteriores de Colombia, se encuentra en un momento delicado. A lo largo de su carrera política, ha sido considerada una de las funcionarias más poderosas del Gobierno de Gustavo Petro, con una influencia que parecía incuestionable. Sin embargo, en los últimos días, su nombre ha estado envuelto en una serie de escándalos que han puesto a prueba tanto su imagen pública como su posición dentro del gabinete presidencial. En medio de las luchas internas por el poder en la Casa de Nariño, la figura de Sarabia ha dejado de ser la de la mano derecha del presidente y ahora se ve acorralada por acusaciones y fricciones políticas.
A pesar de su cercanía con Petro, la canciller ha sido atacada tanto por miembros de su propio Gobierno como por la oposición. Es común escuchar que Sarabia se ha “vuelto parte del paisaje” dentro de la política colombiana, una figura que, aunque poderosa, es constantemente cuestionada. Los últimos días han sido particularmente difíciles para ella, pues, además de los ataques verbales y políticos, se ha visto salpicada por un nuevo escándalo relacionado con recursos de la salud, un tema que genera especial sensibilidad en la opinión pública.
El escándalo que involucra a Sarabia gira en torno a supuestos pagos irregulares a algunas Instituciones Prestadoras de Salud (IPS), en los que se habrían manipulado cifras y desviado recursos de manera ilegal. Según reportes de la W Radio, el entramado de corrupción también involucra una empresa española, pero aún no se ha demostrado cómo la canciller se encuentra directamente vinculada a este desfalco. Las acusaciones apuntan a que algunos de sus funcionarios cercanos habrían sido responsables de estas irregularidades, pero no existe una evidencia clara que conecte directamente a Sarabia con los hechos.
A pesar de la presión, la ministra se ha defendido con firmeza. En declaraciones públicas recientes, Sarabia ha subrayado que, en su opinión, se trata de una nueva etapa en la guerra interna que enfrenta dentro del Gobierno. “Otra vez estoy en medio de una guerra cruzada”, afirmó a El Colombiano, refiriéndose a las acusaciones que han surgido sobre su vinculación con el escándalo de salud. Según Sarabia, todo esto obedece a un intento por destruir su nombre y desacreditarla ante el presidente Petro, quien, según ella, estaría siendo alimentado con falsedades por quienes buscan su caída.
La guerra interna dentro del Gobierno de Petro no es un tema menor. Desde que Armando Benedetti asumió la posición de mano derecha del presidente, la relación entre Sarabia y el nuevo entorno gubernamental se ha vuelto tensa. La situación se ha complicado aún más por las tensiones personales y políticas que surgen entre ellos. Sarabia no solo se ve enfrentada a las acusaciones en su contra, sino que también mantiene una demanda penal contra Benedetti por los comentarios misóginos y machistas que él hizo sobre ella en audios filtrados. Esto ha generado un ambiente de confrontación en el cual Sarabia se ha sentido desplazada y vulnerable.
A pesar de su situación, la canciller ha mostrado una postura de resistencia. Ha dejado claro que no permitirá que su nombre sea manchado sin fundamento y ha insistido en que las investigaciones sigan su curso de manera independiente. “Jaime (Ramírez Cobo) tendrá que responder las preguntas y estoy segura que tiene una respuesta”, expresó en una entrevista, refiriéndose a uno de sus asesores cercanos, implicado en el mismo entramado de corrupción, pero sin pruebas concluyentes de que Sarabia haya tenido conocimiento de las acciones ilícitas.
El escándalo de los recursos de la salud ha dejado en evidencia las tensiones de poder que existen dentro del gabinete de Petro, y la figura de Laura Sarabia ha sido una de las más afectadas por estas luchas internas. En un gobierno marcado por las disputas entre facciones, Sarabia se ha convertido en uno de los blancos predilectos de quienes buscan desacreditarla. La ministra ha declarado sentirse objeto de una campaña de desprestigio, pero la incertidumbre sobre su futuro político sigue latente, ya que las investigaciones continúan y su posición parece cada vez más frágil.
El escenario actual para Laura Sarabia es incierto. Si bien mantiene una gran influencia en el Gobierno, las guerras internas y los escándalos que la envuelven han mermado su poder y la han colocado en una situación vulnerable. En los próximos días, se espera que surjan más detalles sobre las investigaciones que la implican, y la pregunta sobre si podrá superar esta crisis política sigue sin respuesta. Lo único claro es que, en el mundo político, nada está garantizado, y Sarabia tendrá que luchar con todas sus fuerzas para mantener su puesto en un Gobierno cada vez más fracturado.